Cuando las abejas van

(Quisiera escribirlo mi cuento de abejas para Dar Sangre. El cuento de la muchacha en mi clase (necessito aprender su nombre) me la recordía de esta historia. Ella nos dijo de un enjambre en la escaparate de la tienda que vio una vez.)

Hace algunos años, cuando vivimos en San Jose, el padre de nuestro vecina Sue murío, muerto a causa su esposa, la madre, una borracha que caido dormido con cigarillo encendido, la casa destruyó, su hermano mato tambien. Cuando ella se regreso de su trabajo, Steve se lo dijo. Sue dejaba sin unica mirada ni palabra a su esposo y venia a nuestro apartamiento. “Tiene algun hierba? Necessito estar alto.”

“Pero lo peor es que ella se aún vivia,” Sue nos dijo con resentimiento amargado antes. “La puta se levantaba y escapaba mientras los varones se ahogan en su hogar. Ella yo odio!”

Aquella noche la miramos Sue bebío todo botelle de ginebra, su furia aumento cada copa. “Mi padre ayude ponerlos astronautos en espacio,” nos dijo. Habia estado un injeniero de NASA. “Mi padre la amaba vida,” ella lamento, “Amaba a criarla.” Él ha estado el presidente de associacion de guardas de abejas del valle de Santa Clara.

“Pero la perra nunca no hizo nada por nadie,” Sue dijo. “Suya hijo. Suya esposo. Hizo nada excepto beber y fumar. Alcoholica estupida! Por me ella sera siempre muerta tambien.”

No bebimos nuestros bebidos. Estas cosas estaban desmiada triste. Solo se lo escuchamos.

Por fin, despues tres o quatro horas el alcohol la pego Sue y su cuerpo desplomo en nuestro sofa. La cubrimos con blanqueta, apagamos su cigarillo y la luz. Sue empezaba a roncar.

A la mañana el sol se vuelto con luz claro pero sin razón. Sue aún dormía cuando miramos afuera a su apartamiento vecinado. Como todos ha tenido entarimado con corredera de vidrio. Aquella mañana tuvo abejas tambien.

Nunca habia visto un enjambre antes de vez, entonces no lo reconocí de presto. Milles de insectas voliaron en aire acerca el apartamiento del segundo pizo. En eso momento yo sabia que la alma exista y aprendía su fragilidad.

Dentro esta nube dorada el padre de Sue ha ida a ella. Pero nuestro amiga aún dormio, inconciente de eso. “Sue, lo mire, te desperte,” nosotros le pedimos. Sus ojos parpadearon, pero no abrieron. Ella gemió.

Afuera, desde el otro apartamiento, el enjambre se vacilo, oscilando en la luz de la mañana nueva, no mas fuerte. Entonces, veimos los cortinas se abrieron y el esposo de Sue, Steve, pareció, con un rostro confundo, una lata de Budweiser de izquierda, lata del RAID de derecha. Él nunca mostro tan valor in su vida pasada, pero ya se lo vino. Abrió la corredera, ponió su cerveza, y las alejo las invaderes enimigos de su casa. En un momento ellos pasaron.

En la sofá, Sue gemió de nuevo y desperto con lagrimas. “Ojala! Que sueño!”